Ceferino aprendió de su padre las canciones que luego incorporaría a su repertorio, aunque no se dedicó a la gaita hasta la edad de 40 años, ya mayor.
Ceferino, casado con Mercedes, trabajó la tierra, y en ocasiones tuvo que emigrar buscando otros trabajos que permitieran mejorar la economía familiar, llegando a vivir temporadas en Sevilla, donde trabajó en las huertas cercanas a la capital hispalense. Sin embargo, el nacimiento de su primer hijo le hizo volver definitivamente a Sanabria, donde siguió con su hacienda y con su labor de cestero (también hacía cestos de mimbre). Ante la insistencia de los mozos del pueblo, que desde la desaparición del padre de Ceferino no tenían quien amenizara las fiestas del pueblo, Ceferino se encaminó a Pedralba de la Pradería, a encargarle una gaita al Tío Juan (pues la gaita de su padre tuvieron que venderla en un momento de penuria).